Daiana Henderson
A cura di Antonio Nazzaro
Dicha
Sigo encontrando cierta dicha
en ir en bicicleta hasta tu casa.
Remar no se trata de llegar a la isla,
es disfrutar el trayecto
–dijo Ricardo cuando nos enseñó.
Cada desplazamiento tiene su clave sensitiva.
Bajo los cambios para subir.
Después,
apoyo el peso del cuerpo en los pedales
y me dejo caer en picada.
Se entretejen nudos en los pelos
cuando se ponen a flamear hacia atrás.
Las construcciones van perdiendo altura,
una estela de humo atraviesa el cielo,
dibujada con la punta de una fábrica.
Aterrizo en la entrada de tu casa. Las cosas
andan bastante mal ahí adentro
o en cualquier otro reducto
que tengamos que compartir.
Puedo aceptar que ya no nos queremos como antes,
pero si insisto, es porque la distancia
fabricada entre nosotros
es tan hermosa y delicada
como ningún otro trayecto
que conozca hasta ahora.
Piacere
Continuo a trovare un certo piacere
nel venire a casa tua in bicicletta.
Remare non è arrivare all’isola,
è godere del tragitto
-disse Ricardo quando ci insegnò.
Ogni spostamento ha la sua chiave emotiva.
Abbasso i cambi per salire.
Poi,
appoggio il peso del corpo sui pedali
e mi lascio cadere in picchiata.
Si intrecciano nodi nei capelli
quando ondeggiano all’indietro.
Gli edifici perdono altezza
una scia di fumo attraversa il cielo
disegnata dalla punta di una fabbrica.
Atterro all’entrata di casa tua. Le cose
non vanno bene lì dentro
o in qualsiasi strettoia
che dobbiamo condividere.
Posso accettare che già non ci amiamo come prima
ma se insisto, è perché la distanza
creata tra di noi
è così bella e delicata
come nessun altro tragitto
che abbia conosciuto fino adesso.
Cuerdas vegetales
El abuelo me enseñó a atrapar el aire
con las flores acampanadas de la enredadera:
cerrarlas por ambos extremos
–una bolsita de pétalos–
y comprimirlas en un movimiento
ágil y rápido para que haga
una pequeña explosión,
un sonido simpático, semejante
al del corcho cuando es eximido
de su compacta espera.
Nadie recuerda cómo era la canción
que el abuelo improvisaba
después de abrirte un secreto brillante,
hacerte así en la cabeza
y desplazarse con la manguera
para hacer florecer otro sector.
Corde vegetali
Il nonno mi ha insegnato a catturare l’aria
con i fiori a campanella del rampicante:
chiuderli da entrambe le estremità
-una borsetta di petali-
e schiacciarli con un movimento
agile e rapido perché si abbia
una piccola esplosione,
un suono simpatico, simile
a quello del tappo quando si sottrae
alla sua stretta attesa.
Nessuno ricorda com’era la canzone
che il nonno improvvisava
dopo averti svelato un brillante segreto,
farti così con la testa
e spostarsi con la pompa
per far fiorire un’altra parte.
Migración
Las nubes de la noche son impuras,
tienen el corazón manchado.
Desconozco la simbología climática,
por lo tanto: mañana tal vez encuentre
el piso del patio mojado,
pero tal vez no.
Lo mismo la brisa va a hacer bailar
los juncos como a niños de un coro.
La luna gorda amamanta las
superficies más suaves, las lustra
con su leche, dejándolas brillantes.
Los patos sirirí apuntan hacia allá,
guiados por la estrella mayor,
emiten su pitido anunciando el trance.
Una vez al año, las golondrinas eligen
esta ciudad para desplegar su coreografía.
La gente se acerca a verlas cubrir
el barroquismo blanco de la catedral
en la celebración del linaje.
Después, revolotean hacia un árbol
y otro de la plaza, como poniéndose al tanto
de los ramajes de la genealogía.
Jamás llega una camada de golondrinas
descolgada, ya finalizado el festejo.
No fijan una fecha, simplemente la saben.
Migrazione
Le nuvole della notte sono impure
hanno il cuore macchiato
Disconosco la simbologia climatica,
pertanto: domani forse troverò
bagnato il pavimento del cortile,
ma forse no.
Comunque la brezza farà ballare
i giunchi come i bambini di un coro.
La grassa luna allatta le
superfici più dolci, le lustra
con il suo latte, lasciandole brillanti.
Le anatre siriri si dirigono là
guidate dalla stella maggiore,
lanciano il loro fischio che annuncia la trance.
Una volta all’anno, le rondini scelgono
questa città per mostrare la loro coreografia.
La gente s’avvicina a vederle coprire
Il barocchismo bianco della cattedrale
nella celebrazione della progenie.
Poi, volteggiano verso un albero
e un altro della piazza, come per mettersi al corrente
dei rami della genealogia.
Mai arriva un stormo di rondini
separato, quando è finito il festeggiamento.
Non fissano una data, semplicemente la sanno.
Vi nevar, en Rosario, y con sol
A ver si alguien entiende lo que digo.
Estábamos en el primer piso de un
estacionamiento. Nos bajamos, encastrando
las manos en los huecos de la ropa.
Un señor pasó muy cerca con su auto,
dijo algo que sonó como que
estaba nevando en Fisherton,
dijimos “¿qué dijo?”, “este tipo está loco”,
miramos afuera y los copos perfectos
descendían sobre los parabrisas, fue como una
redención y me acordé de tantos libros
y de tantas películas. Quise llamar
a todos por teléfono, decirles que los amo.
Necesito algo que me haga concha el corazón,
Como cuando se te pega una canción espantosa
y necesitás otra pegadiza para reemplazar
esa pieza en tu cerebro automático.
Necesito algo que me destruya.
Ho visto nevicare, a Rosario, e con il sole
Vediamo se qualcuno capisce quel che dico.
Stavamo al primo piano di un parcheggio.
Scendevamo incastrando
le mani nei buchi dei vestiti.
Un signore ci passò molto vicino con l’auto,
disse qualcosa che suonò come se stesse
nevicando a Fisherton,
ci siamo chiesti “che ha detto?”, “sto tizio è matto”
abbiamo guardato fuori e fiocchi perfetti
scendevano sui parabrezza, è stata come una redenzione
e mi sono ricordata di tanti libri
e di tanti film. Ho voluto chiamare tutti
per telefono e dir loro che li amo.
Ho bisogno di qualcosa che m’indurisca il cuore.
Come quando ti entra una canzone orribile
E te ne serve un’altra orecchiabile per sostituire
quel pezzo nel tuo cervello automatico.
Ho bisogno di qualcosa che mi distrugga.
Roedor
El niño sacó la dentadura postiza
y llenó de monedas
el vaso de agua, a la orilla
de la mesa de luz de su abuelo.
Estaban más doradas que
ninguna, como pulidas.
Miento. Yo no lo vi,
solamente me lo contaron
y estoy segura de que, además,
la anécdota es mentira.
Pero dejen que me quede
con la filmación mental
de las monedas expulsando
finos hilos de luz
que se atan a las puntas del sol.
No me quiten eso.
Roditore
Il bambino tolse la dentiera
e riempì di monete
il bicchiere d’acqua, sul bordo
del comodino di suo nonno.
Erano più dorate di qualsiasi
altra, come lucidate.
Mento. Io non l’ho visto
me l’hanno solamente raccontato
e sono anche sicura che
l’aneddoto è una bugia.
Però lasciate che resti
con la ripresa mentale della scena
delle monete a lasciare
fini fili di luce
che si legano alle punte del sole.
Non toglietemi questo.
Equilibrio
Papá aflojó los tornillos
para que aprendiera
a andar sin las rueditas.
Ella me llevó a la vereda de tierra
que rodea al hipódromo,
justo enfrente de casa.
Y cuál es la necesidad
de aprender a sostener
mi cuerpo todo de nuevo.
Le hice prometer que no
me soltaría por nada del mundo;
giraba apenas mi cuello
para ver que ella siguiera ahí,
corriendo justo detrás mío,
agarrándome de la parte baja del asiento.
“Yo no te suelto –me decía–,
yo no te suelto”,
pero para ese entonces
ya estaba pedaleando sola
y no me daba cuenta
de cómo ella se alejaba de mí,
aun quedándose quieta
entre los troncos viejos y gruesos.
Me enojé tanto cuando me di vuelta
que rechacé ese objeto
a un costado de la vereda
y quise volver a casa.
Ahora voy esquivando colectivos,
haciendo finitos, calculo
el tiempo exacto para pasar en rojo
y no morir en el asfalto,
pero así y todo no voy a reconocerlo.
He decepcionado muchas veces a mi madre
y sé que seguiré haciéndolo.
No hay lugar en el mundo
para dos personas iguales,
ni siquiera lo hay en una casa,
y por eso me fui apenas terminada la escuela.
Pero es necesario para que mamá aprenda.
El equilibrio se fabrica con la distancia,
si nos quedamos quietas
seguramente nos vamos a caer.
Ahora rebobino el cassette
y resulta que soy yo la que se aleja
mientras ella se queda parada,
palideciendo bajo el sol de un domingo.
Pero yo no te suelto, mamá,
yo no te suelto.
Equilibrio
Papà ha allentato i bulloni
perché imparassi
ad andare senza le ruotine.
Lei mi ha portato sul viottolo di terra
Che circonda l’ippodromo,
proprio davanti a casa.
E che bisogno c’è
di imparare a sostenere
il mio corpo nuovamente.
Le ho fatto promettere che non
mi lascerebbe per nulla al mondo;
giravo appena il collo
per vedere se lei era ancora lì
a correre dietro di me,
tenendomi per la parte bassa del sellino.
“Non ti lascio –mi diceva-
non ti lascio”,
però in quel momento
io stavo pedalando da sola
e non me ne rendevo conto
di come lei si allontanasse da me,
anche se rimaneva ferma
tra i tronchi vecchi e grossi.
Adesso schivo gli autobus,
facendo lo slalom, calcolo
il tempo esatto per passare con il rosso
e non morire sull’asfalto
però è così e non aggiungerò altro.
Ho deluso mia madre molte volte
e so che continuerò a farlo.
Non c’è un posto al mondo
per due persone uguali,
nemmeno esiste in una casa,
e per questo me ne sono andata appena finita la scuola.
Però è necessario perché mamma impari.
L’equilibrio si costruisce con la distanza,
se restiamo quiete
senz’altro non cadremo.
Daiana Henderson è nata a Parana, Entre Rios, Argentina, nel 1988. Ha studiato Comunicazione Sociale a Rosario. Ha pubblicato Colectivo maquinario (Diatriba, Santa Fe, 2011), Verão (Neutrinos, La Paz, 2012), El gran dorado (Ivan Rosado Rosario, 2012) A través del liso (Determinado Rumor, 2013) e Un foquito en medio del campo (Editorial Municipal de Rosario, 2013).
Daiana Henderson nació en Paraná, Entre Ríos, en 1988. Cursa la carrera de Comunicación Social en Rosario. Publicó Colectivo maquinario (Diatriba, Santa Fe, 2011), Verão (Neutrinos, La Paz, 2012), El gran dorado (Ivan Rosado, Rosario, 2012), A través del liso (Determinado Rumor, 2013) y Un foquito en medio del campo (Editorial Municipal de Rosario, 2013).