Henry Alexander Gómez

Georg Trakl en el ocaso
Un rostro púrpura se ciñe al abrazo calcinado de la noche.
El espíritu oscuro de los bosques, las sombras venenosas,
el grito moribundo de los guerreros otoñales,
cubren de opio el azulado cuerpo de espino.
Aletean los murciélagos alrededor del joven que sueña.
Se escucha un lamento crepuscular.
El niño Elis le besa la frente sangrante
y la hermana juega con alcoholes mortíferos,
deambulando entre los catres del centro hospitalario.
Qué luna más amarga,
cuánto silencio sobrevive en el canto último del mirlo.
Tierra negra amasa una música nocturna
y se extingue un corazón huérfano de flores amarillas.
La tumba aguarda a los ángeles caídos;
un venado azul corre en delirio a la primavera.
Georg Trakl nel tramonto
Un viso porpora si adatta all’abbraccio riarso della notte.
Lo spirito oscuro dei boschi, le ombre velenose,
il grido morente dei guerrieri autunnali,
coprono di oppio l’azzurrato corpo di spino.
Aleggiano i pipistrelli attorno al giovane che sogna.
Si sente un lamento crepuscolare.
Il bambino Elis gli bacia la fronte sanguinante
e la sorella gioca con alcool mortiferi,
deambulando tra le brande del centro ospedaliero.
Che luna amarissima,
quanto silenzio sopravvive nel canto ultimo del merlo.
Terra nera impasta una musica notturna
e si estingue un cuore orfano di fiori gialli.
La tomba aspetta gli angeli caduti;
un cervo azzurro corre in delirio alla primavera.
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